Al
principio, cuando el profesor nos comentó
este trabajo me pareció una locura, no estaba totalmente segura de sí
disfrazarme ya que me causaba mucha vergüenza, de tan solo pensar que todo el
mundo me iba a mirar ya me hacía sentirme avergonzada de mi misma.
Me
considero una persona muy vergonzosa en
ese aspecto, ya que no me gusta llamar la atención y muchos menos que la gente
pueda opinar sobre mí, pero aun así decidí hacerlo porque sabía q si no lo
hacía me arrepentiría de no haber vivido una nueva experiencia. Me gusta mucho
experimentar cosas nuevas y quizás, en cierto modo, sentir lo q otras personas
pueden sentir en esas mismas situaciones, aunque nunca me atrevo a hacerlo, ya
que pienso mucho en lo que puedan opinar, pero esta era la ocasión ideal para
hacerlo de una vez por todas.
Cuando
llego el día de disfrazarme me levante algo nerviosa ya que no sabía cómo iban
a reaccionar mis compañeros al verme. Pero bueno, ya no podía echarme atrás era el día y debía
afrontarlo con confianza en mí misma. El momento más vergonzoso fue entrar al
instituto ya que todo el mundo te mira, porque claro no todos los días se va
disfrazada de semáforo al instituto.
A
medida que pasaba el día sentía menos vergüenza y me sentía mejor conmigo misma
por haber sido capaz de haberme disfrazado. Una vez que la gente te ha visto ya deja de mirarte,
ya que no eres el centro del mundo, (como algunas personas piensan que lo son)
y con una vez que te miren y se asombren al verte así, es suficiente.
Pensaba
que me iba a resultar más complicado realizar este trabajo, pero tampoco fue
para tanto, de todas las experiencias se aprende algo nuevo y yo aprendí que no
debemos juzgar a la gente, por cómo se vistan, ya que la podemos hacer sentir
mal. Todos somos iguales por tanto debemos respetarnos.
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